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«EMILIA», LA MUESTRA ANTOLÓGICA DE EMILIA GUTIÉRREZ, INICIA LA CELEBRACIÓN DE LOS 15 AÑOS DE LA COLECCIÓN AMALITA

EMILIA

Con curaduría de Rafael Cippolini, EMILIA despliega más de cien pinturas y dibujos, en las salas de la  Colección de arte Amalia Lacroze de Fortabat

Esta muestra refleja uno de los objetivos de la Colección AMALITA, que es dar visibilidad y actualizar la obra de artistas que han transitado los márgenes de la historia del arte y repensarlos desde la contemporaneidad.

Este es el caso de Emilia Gutiérrez, (Buenos Aires, 1928-2003) que estudió en la Escuela Fernando Fader y en el taller de Demetrio Urruchúa. Si bien participó de algunas muestras colectivas, su periodo “modo exhibición”, cómo cuenta el curador Rafael Cippolini, se concentra entre los años 1965-1975.

En esa etapa, Emilia pinta para exponer. Y si bien mostrar su arte es algo que la incomodaba, que la asustaba y le producía frustración, no deja de hacerlo. Presenta sus pinturas y algunos dibujos en las galerías Lirolay, Van Riel y Nice.

Tampoco era muy aficionada a dar entrevistas, pero guardaba exhaustivamente cada una de sus apariciones en prensa: recortaba los artículos y los mandaba a traducir. Parte de ese archivo, con fotos de obras y personales, invitaciones a muestras y catálogos, puede recorrerse en la exposición, también compilado en un video muy ameno.

En sus pinturas, muestra el mundo de su infancia, que no fue muy alegre. Los personajes son ambiguos y atemporales: niños que parecen adultos, en espacios inciertos, figuras de calvos elusivos y seres relacionados con los misterios del mar.

Pintaba con óleo y en formatos pequeños, en la línea de sus admirados pintores flamencos (de los cuales viene su apodo, La Flamenca) y los colores son secos, apagados, con un aura melancólica y oscura. La mayoría de sus obras presenta uno o pocos personajes, algunos bodegones y en la muestra hay una sola obra dentro del terreno de la abstracción.

A mediados de los años 70, su psiquiatra le sugiere que deje de pintar, porque sentía que los colores le hablaban, su labor exacerbaba sus alucinaciones auditivas. A partir de entonces se convierte en una dibujante a tiempo completo y realizará pocas exposiciones más, en sus últimos años de vida.

El dibujo fue para Emilia una sorpresa, donde podía iniciar un boceto sin saber a dónde llegaría. Con una técnica virtuosa, utilizaba esta técnica como un modo de manejar la soledad.

“El arte del dibujo es distinto del de la pintura. Son medios de expresión opuestos. Dibujo es línea y claroscuro. Pintura es color, composición y temática.”

“Ninguno de mis dibujos es proyectado de antemano; surgen espontáneamente. Cada uno es una sorpresa. Dejo correr la línea y lo demás va floreciendo.”

Emilia Gutiérrez

La actual exposición, cuyo antecedente es la muestra realizada en Galería Cosmocosa, en 2019, también con curaduría de Rafael Cippolini, busca visibilizar el legado y la historia de Emilia Gutiérrez, con un montaje que sintoniza con los colores predilectos de la artista  y permite transitar y conocer los diferentes estadios de su melancólica pintura.

Desde Marzo a Julio. Colección AMALITA: Cossettini 141, Puerto Madero, Buenos Aires.

Más información en: Web.

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