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FRIDA KAHLO, ¿PIONERA FEMINISTA O FIGURA MARKETINIZADA?

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón supo ser muchas cosas a lo largo de su vida. De hecho, en el imaginario social actual, evoca la idea de: pintora autobiográfica, militante comunista, amante de Diego Rivera, artista transgresora y, ¿un ícono feminista?

En los últimos años, la figura de Frida Kahlo como una de las pioneras feministas de su época, alcanzó su máximo nivel de esplendor. Una serie de Netflix que cuenta su historia de vida; remeras, almohadones y mates con su cara estampada; cuadernos y tatuajes que inscriben la frase: “Pies para que los quiero si tengo alas para volar”; saturaron las vidrieras y las redes sociales.
El marketing superfluo, en torno a su figura “feminista”, sumado al extremismo social cliché en el que nos vemos inmersos, hizo que no nos permitiéramos cuestionarnos en profundidad: ¿por qué si, o por qué no, Frida Kahlo representó o representa el movimiento feminista?

La artista mexicana sostenía que a través de sus obras catalogadas como surrealistas, expresaba su realidad última. Gracias al legado que nos dejó Frida Kahlo, hoy podemos ponernos en su propia piel, e intentar dar respuesta a estos interrogantes.

Autorretrato. 1926. Óleo sobre lienzo. 79,7 x 60 cm. Colección Particular.

“Autorretrato”, así la titula. Después del accidente, Frida pinta su primer autorretrato, tumbada en la cama. En una mano, un espejo; en la otra, un pincel. Algunos sostienen que se rendía tributo a sí misma. Sin embargo, otras opiniones consideran que contrariamente, mostró con honestidad sus cejas arqueadas y el bello del bozo, considerados “antiestéticos” para la moda del momento.

«Frida idolatraba a su marido y consideraba que era superior a ella en muchos aspectos. Y ésta es precisamente la idea que ha querido reflejar en este lienzo.»

Marga Fernández-Villaverde, Historiadora del arte y Gestora cultural.
Frida y Diego Rivera. 1931. Óleo sobre lienzo. 100 x 79 cm. Museo de Arte Moderno de San Francisco, EEUU.

Poco tiempo después de su casamiento, una Frida perdidamente enamorada, compone una de sus obras más emblemáticas: “Frida y Diego Rivera”.
Marga Fernández-Villaverde, Historiadora del arte y Gestora cultural, comparte su opinión sobre la obra: “Como todo el mundo sabe, Frida idolatraba a su marido y consideraba que era superior a ella en muchos aspectos. Y ésta es precisamente la idea que ha querido reflejar en este lienzo.” “Diego es el gran artista, monumental, pesado, con los pies firmemente apoyados en el suelo y sujetando sus instrumentos de pintor en la mano. Frida es la esposa del gran genio, la “señora de Diego Rivera, frágil y ligera, con unos pies diminutos que apenas tocan el suelo. Inclina la cabeza hacia su marido y le coge la mano con suavidad, sin retenerle a su lado, porque era consciente de que Rivera era un crápula al que no se podía tener atado en corto”.

Hospital Henry Ford. 1932. Óleo sobre lienzo 36×58 cm
Colección particular

Entre las secuelas más difíciles que padeció la artista debido a su accidente, se destacan sus problemas reproductivos. Sufrió tres abortos espontáneos. Después del primero, se pintó desnuda y llorando rodeada de seis cordones umbilicales que emergen de su estómago. Dos de ellos son: su bebé muerto, y su pelvis endeble.

Diego en mi pensamiento. 1943. Óleo sobre tela. 75 x 60 cm. Colección Particular de Jaques y Natasha Gelman.

Era de público conocimiento que Diego Rivera no mantenía una relación monogámica con Frida, y años después de divorciarse por haberla engañado con su propia hermana—la de Frida—, en 1943 ella pinta “Diego en mis pensamientos”. Y sí, está ahí. Como una especie de “tercer ojo” que observa todos sus movimientos. Un pensamiento permanente, inagotable. Y a su vez, agrietado.

Las dos Fridas. 1931. Óleo. 173 x 173 cm. Museo de Arte Moderno en la Ciudad de México.

Por último, en 1931 Frida crea una de sus obras maestras. Esta obra es un fiel reflejo de su contradicción. Es dualidad. Es europea y es indígena. Es andrógina. Es dolor y es debilidad. Es fortaleza e independencia. Es libertad, pero a la vez es esclavitud. Es feminismo y es lo opuesto.

¿Es entonces, Frida Kahlo un ícono feminista? ¿Es “Las dos Fridas” un jaque al estereotipo de mujer feminista sin intención de serlo.? Quizás de eso se trata, de permitirnos coexistir con una Frida, que piensa, que pinta y que siente absolutamente opuesta a la otra Frida.

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