Con una puesta no apta para claustrofóbicos, a pura madera y una iluminación sin muchos trucos, conocemos a René ( Alfonso Dibos) que, salpicado en sangre, confiesa que se asusta de su propia voz.
Dirigida por Francisco Lumerman Muerde es un unipersonal, de un hombre que no recuerda como llego a estar en las condiciones en las que lo vemos, luchando con su propia conciencia, o voz animal interna, qué intenta censurar con golpes.
Dibos, con una cadencia sumamente creíble, con los tiempos justos para evocar el recuerdo, o mejor dicho las piezas de esa noche fatal que intenta reconstruir, menciona varios pinceladas propias de un retrato en clave pueblo chico infierno grande.
Como si se confesara con la audiencia, René nos pasea por sus traumas de la infancia, sus desencuentros amorosos con Rosa, la única mujer con la que alcanza un grado tal de intimidad tal, que se muerden y como es que termino así, a la deriva, solo como perro malo.
Una historia de búsqueda personal, que reflexiona sobre cuán animales podemos ser cuando somos llevados a nuestro límite.
Montada con los elementos justos y necesarios en donde la musicalidad de la narración resuelve todo, Muerde funciona y más en el desafío de teatro virtual. Podrá ser vista a partir de este 10 de Julio y las entradas pueden obtenerse via Alternativa Teatral.
