En mayo del año pasado, el Congreso argentino aprobó una ley que regula la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial.
Nueve meses después, Argentina recorre sus primeros pasos en la producción, comercialización y exportación de la planta de cannabis, explorando un mercado aún naciente, pero cuyo valor podría alcanzar los 450 millones de dólares en la próxima década.
En este tiempo ya se contabilizan 45 proyectos focalizados en la investigación y el desarrollo del cannabis en el país y para el medioambiente, surge el interrogante sobre el potencial impacto ambiental de esta nueva industria, tanto en la etapa de cultivo como en su posterior procesamiento.
Utilizar el término cannabis implica referirse a la especie cannabis sativa, una planta anual “compleja en su estructura”, por la presencia de más de 550 compuestos.
Los más estudiados son los denominados cannabinoides, entre los que se encuentran el tetrahidrocannabinol o THC (responsable de su popular efecto psicoactivo) y el cannabidiol o CBD (el más explotado en el campo de la salud, utilizado para ansiedad, insomnio y autismo, entre otros).
Beneficios medicinales
Una de las aplicaciones más populares de la planta – exceptuando su uso recreativo- se da en el sector de la salud. Gonzalo Carrasco, cofundador junto a otros cuatro argentinos del marketplace de aceites y derivados de cannabis DrGea – radicado en Colombia-, habló con este medio y explicó las ventajas que proporciona la planta.
“El cuerpo humano posee un sistema endocannabinoide (SEC) encargado de mantener el equilibrio general. La flor de la planta de cannabis tiene diversos componentes activos llamados cannabinoides, siendo los más conocidos y estudiados hasta el momento el CBD (cannabidiol) y el THC (tetrahidrocannabinol). Estos son muy parecidos a los que produce el cuerpo, por la cual el cannabis ayuda a regularizar el sistema y como consecuencia contribuye el equilibrio general” afirma Carrasco.
El impacto ambiental del cannabis
La nueva industria del cannabis en Argentina no cuenta aún con una producción científica relevante en materia de impacto ambiental. Ello tiene que ver, fundamentalmente, con la prohibición a la que estuvo sometida la planta durante años.
“Si bien el cultivo acompañó a la humanidad desde siempre, recientemente se está volviendo a incursionar, estamos en una etapa muy temprana”, dijo la directora de la asociación civil Proyecto Cáñamo Diana Barreneche.
Por eso la investigación en este campo de las consecuencias en el medioambiente es una “necesidad de forma urgente”.
