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ENTREVISTA CON FERNANDO PORTABALES, DIRECTOR DE LA PELÍCULA «COPACABANA PAPERS» SOBRE SERGIO DE LOOF

Empezó como una propuesta para la creación de un club pero terminó en algo distinto. Copacabana significó más que un hotel o un par de noches de locura, fue un cierre que Portabales describe de alguna manera estaba escrito. Sergio De Loof fue durante los años 90 un ícono del under porteño, se describía a sí mismo como un artista en todos los aspectos, podía hacer fotografía, moda, pintura, escenografía, no se encasillaba en algo. Pasó de ser una “estrella” a alguien desconocido y sus ganas de reivindicarse o volver a ser recordado de esa manera se mantuvieron hasta sus últimos días. 

Copacabana Papers es la primera película dirigida por Fernando Portabales, director y productor de documentales, trabajos televisivos para señales como Viacom, Fox, DIRECTV, MTV, entre otras. El film participó en la competencia de BAFICI 2021 como Mejor Largometraje y ganó como Mejor Largometraje en el festival italiano de Nápoles Omovies It como work in progress, es decir, cuando todavía el trabajo no estaba terminado.

La película muestra, en formato documental, tres noches que pasaron Sergio De Loof, Cristian Delgado y Portabales, hospedados en el hotel Copacabana Palace de Río de Janeiro con el dinero que se supone estaba destinado para la creación de “La Guillotina”.

La Guillotina fue un proyecto que De Loof había propuesto con la intención de crear un espacio para la expresión artística y los encuentros sociales, como lo fue Bolivia Bar (1989), El Dorado (1990), Morocco (1993) y más. Todos clubes creados por el artista donde se solía reunir el under de Buenos Aires, asistían personas con sus prendas más exóticas, además de ser un lugar donde las personas LGTBQ podían ser ellos en su máxima expresión. De Loof logró recolectar una importante suma de dólares con el apoyo de amigos para crear La Guillotina, pero destinó ese dinero en darle vida a la fantansía de pasar unos días en el famoso hotel de Brasil como una estrella de rock. Para algunos una estafa, para otros una especie de testamento artístico.

Sergio De Loof
Foto: Fernando Portabales

Copacabana Papers cuenta la historia de Sergio De Loof pero sobretodo expone las conversaciones que se desarrollan entre estas tres personalidades sobre temas más universales como el cambio que experimentamos como personas en movimiento, los lujos, la lucha de las minorías, la fama, el arte, las desigualdades sociales como la pobreza o que ser gay todavía sea un tema para discutir. Por otro lado, el documental está cargado de referencias cinematográficas, musicales y artísticas, ya que gran parte de la convivencia en el hotel se basó en compartir y mostrarse las cosas que disfrutaban.

“Tres egos”, como describe Portabales. Sergio como foco de la historia, Portabales con dos cámaras en mano durante las tres noches y con pocos recursos técnicos, y Cristian Dios, quien se luce como co-protagonista del film al mostrarse auténtico, por su forma de vestir, la manera de hablar, los chistes, que le dieron esa frescura que te hace querer ser parte del vínculo afectivo que ahora representa la habitación 951.

Cristian Dios
Foto: Fernando Portabales

Sergio De Loof hacía prendas con materiales desechables o de segunda mano, era autodidacta, precursor de fiestas en la noche, organizaba desfiles de moda, hizo piezas de videoarte como El Cairo y El Final del Desierto (1987) y trabajos de fotografía destacados como 20 Portraits of Contemporary Argentine Artists (2001). Fundó la revista Wipe (1997) enfocada en música, moda, cultura. Sus desfiles y obras fueron expuestos en lugares como la Alianza Francesa, Goethe Institut Buenos Aires y la Bienal do Merco Sul.

En 2019 el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires inauguró la exposición “¿Sentiste hablar de mí?” en la que se expuso una muestra en retrospectiva de diferentes trabajos de De Loof para celebrar su legado, y en marzo del 2020, muere tras complicaciones por una enfermedad pulmonar que se generó a raíz del VIH. Es cierto que durante sus últimos años de vida su reconocimiento ya no era el mismo, pero junto con la película y la exposición del museo logró dar un cierre que quedará registrado.

Río de Janeiro
Foto: Fernando Portabales

Portabales ha documentado más de trescientos conciertos, entre ellos, la gira A Bigger Bang de The Rolling Stones en Río de Janeiro y ha trabajado con artistas como Daniel Grinbank. Además, es creador de EBTV Media and Entertainment, primera productora independiente latina especializada en conciertos y contenidos musicales.

Hablamos con Fernando Portabales para conocer sobre la experiencia en Río, de su amistad con Sergio y el trabajo de grabación y edición de un proyecto audiovisual que comenzó sin un guión previo.

NC — ¿Cómo surgió la idea de crear una película sobre Sergio De Loof?

— La realidad es que cuando yo me voy a Río de Janeiro convencido de iniciar un proyecto audiovisual con Sergio de Loof y Cristian Delgado no teníamos muy claro qué es lo que íbamos a hacer. Fue una lógica parecida a lo que es realizar un reality show, primero generar el contenido, condimentarlo con situaciones, cruzar intereses, cosas que por ahí uno presiente que puede tener algún tipo de valor o de carga emotiva. No lo teníamos claro de entrada pero yo sí sabía que no iba a ser un documental convencional, sino que se trataba de convivir y llevar esa convivencia a su máxima expresión dejando todo grabado y a partir de ahí ver qué salía. Se inició sin un guión previo, tres días y tres noches de footage, de grabar sin parar. Después agarramos todo eso y lo pusimos en función de la historia que queríamos contar, que si bien era la historia de Sergio, nos interesaba que a través de esta historia pudiésemos hablar de tópicos que nos resultaban más universales o actuales.

NC — ¿Por qué contar su historia de esta manera, en el Copacabana Palace con la polémica de La Guillotina?

— Yo ya había tenido la posibilidad de estar alojado en ese hotel 10 o 12 años antes, trabajando junto a Daniel Grinbank en el tour A Bigger Bang de los Stones, el sueño de niño hecho realidad. Cuando yo me entero que Sergio decide agarrar todo este dinero que había juntado, que era una cifra realmente importante, para irse a vivir a ese hotel como los Stones, me pareció en seguida que ahí había algo que contar, la intuición me decía que iba ser un documento valioso y que no podía fallar. Esta vez no eran Jagger y Richards, eran Delgado y De Loof, hay algo ahí del artista en su palacete. Así fue como comencé a escribirle a Sergio para hacer una película, él al principio se veía un poquito más escéptico y creo que ese escepticismo se mantuvo hasta el momento en que me vio entrar a la habitación.

Sergio De Loof
Foto: Fernando Portabales

NC — ¿Cómo fue el proceso de grabación? Desde llegar al hotel, la experiencia de estar en Río con Sergio y Cristian y luego editarla.

— Entro a la habitación, me presento, nos sentamos en la terraza y nos ponemos a hablar, ese fue el comienzo de la película. Fue gracioso porque yo llego a Río y me encuentro con un contrato, cosa que en ningún momento se había hablado, básicamente habíamos planteado esto como un ejercicio cinematográfico. Era un contrato totalmente abusivo y ridículo, pretendían que yo estando en Río filmara y entregara todo el material para que esta manager decidiera cómo y de qué forma se iba a usar o comercializar. Yo siempre supe que subirme en un proyecto con Sergio iba a tener un poco de caos, de riesgo y de impredicibilidad, pero ellos vieron que yo no tenía claro lo que quería y que no estaba para pavadas. Ahí surge, este es el comienzo de los papers, el primer escándalo, la primera controversia. Cristian fue el peso necesario para que la balanza no se vaya sola de un lado y se vuelque, por muchísimas cosas, de alguna manera hacía que las cosas se balanceen, que entraran otros tópicos en escena que tiene que ver con la amistad, el afecto. 

La película tiene muchos comienzos y muchos finales, en los screenings era muy gracioso porque las personas aplaudían porque pensaban que ya había terminado y volvía, llegaba un momento donde la gente ya no entendía nada. Incluso los créditos son como un corto a parte porque duran 12 minutos.

Se presentaron muchas cosas que, algunos lo llaman sincronismos, cosas que parecían que estaban sueltas en una misma pecera de forma caótica, pero que cuando uno las empezó a desmesurar encontraba que no parecía estar ahí por el azar sino que estaba ahí de forma natural o como parte de algo que ya estaba escrito. 

Cristian Dios
Foto: Fernando Portabales

NC — ¿A qué se refiere “Papers”?

— Los papers se refiere a todo, se refiere al contrato, son todos los tickets de las cosas en las que gastó la plata, pero también los papers son los escándalos que trajo, los papers son los cuadernos de Sergio donde iba dejando la bitácora de lo que iba viviendo y generando ideas o conceptos, y te diría que el último paper es el testamento. Él siempre tuvo claro que esta película venía a dejar escrito muchas cosas aunque no sea escrito, sino en el marco audiovisual, un documento que iba a quedar para las generaciones que vienen. No pensábamos que la íbamos a estrenar sin él pero nos acompañó en el proceso hasta que falleció, ya la película estaba planteada y él muy contento con lo que habíamos hecho. Me dijo que me ponía un 9 porque el 10 era solo para Dios y para él, pero creo que si hubiese visto el último corte donde hay referencias a George Michael, conversaciones muy existencialistas que tuvimos durante los últimos meses de su vida, por ahí un 10 no pero el 9.8 le podía negociar.

Bitácora de Sergio De Loof
Fuente: @copacabanapapers

NC — ¿Por qué la elección de utilizar tantas referencias artísticas?

— Para nosotros era importante nombrar a todos esos artistas porque somos fans de ellos, son los artistas que de alguna manera nos han ayudado a ser quienes somos, porque son las películas, las canciones que nos ha inspirado, que nos han acompañado en los momentos difíciles, donde veíamos el futuro poco claro, y es ahí donde el fair use habla del sentido de utilización necesario para poner determinadas situaciones en contexto. La realidad es que la música que surgía no fue hecha posteriormente sino que te diría que el 85% de lo que sonaba, sonaba porque simplemente la poníamos y porque nos pasamos tres días mostrándonos las cosas que nos gustan. Es parte también de ese análisis y de ese recorrido, hablábamos muy poco de Sergio y su historia y hablábamos de Madonna, Caravaggio, del Renacimiento o del Greco, Michael Jackson, Lady Gaga, Justin Bieber. 

NC — ¿Cómo era tu relación con Sergio?

— Yo siempre fui fan de él pero nunca había tenido mucha intención de conocerlo a pesar de haber podido, por montones de amigos y de gente que tenemos en común. Siempre me había parecido un tipo muy talentoso, muy genial desde la óptica de un artista y como agitador social, también le tenía así como un poquito de terror. Sergio cada vez podía moverse menos y toma Facebook como una herramienta de interacción con la realidad y con los demás, pasa a ser como su canal de expresión y a mí me parecía muy divertido. Así que yo venía siguiendo toda una situación que él venía impulsando, queriendo, de alguna manera, ser reivindicado, que buscaba el apoyo de sus amigos, de sus padres, de otros artistas como para impulsar un nuevo proyecto que iba a ser un espacio artístico y social, como los que él hacía, que queda de alguna manera decapitado, La Guillotina, ese es el chiste.

Recién empezamos a dialogar cuando él empieza a tener este perfil público de Facebook y la primera vez que hablamos cara cara fue en la terraza de la habitación 951 del Copacabana Palace contemplando el mar y hablando sobre el lanzamiento de la serie en Fox sobre el Asesinato de Gianni Versace. La primera conservación que tengo con él es sobre esto, él feliz de que iba a poder ver a Ricky Martin en Versace por cable y vengarse de “todos los hijos de mil”, de todos “esos putos”, dice, siendo él gay, que tienen Netflix. 

Sergio era un ícono de la cultura queer, yo heterosexual, llevándome a ese mundo. Mi relación con él la verdad que no sé como describirla, yo creo que es lo más parecido a sentir amor por un hombre que he experimentado en mi vida. Es raro decirlo, si vos me hubieras dicho hace algunos años que en mi propia ópera prima, mi protagonista intenta tocarme el culo, no me lo hubiera imaginado, ni me hubiera sentido cómodo ni con la idea de pensarlo, ni de que sea mucho menos una de las imágenes con la que cierra la película. Pero más allá de que él me coqueteaba, yo sabía que no se iba a consumar una relación afectiva o sensual, aunque a los dos nos gustó a jugar, durante un tiempo, a cultivar una amistad o un amor platónico que nos hizo estar muy unidos y que a mí me dejó muchísimo.

Río de Janeiro
Foto: Fernando Portabales

NC — ¿Cómo fueron los últimos días de Sergio?

— En el caso de Sergio «el cambio» sí tiene una connotación triste por haber sido él tan popular en los años 90 y haber entrado como en una suerte de ostracismo hasta casi el final de su vida. Él tenía esa necesidad de reivindicación, ese cuestionamiento sobre el cambio social como algo triste o con lo que uno ya no es. Me decía “ningún museo me quiere dar atención”, reclamaba que este cambio a él lo había dejado marginado, no se imaginaba que unos meses después de esta película llegaría el llamado del Museo de Arte Moderno, que jamás los habría pensado él, ni pensado yo, diciéndole «Sergio queremos hacer una muestra retrospectiva». Fue muy intenso emocionalmente.

Los últimos meses no fueron fáciles. Nosotros en diciembre estábamos acompañándolo en la inauguración de su gran muestra consagratoria, en enero trabajamos sobre la película, ya estábamos en competencia a Mejor Película en BAFICI para la edición 2020 que se cancela, y el 4 de febrero, que es mi cumpleaños, hicimos un despelote en mi edificio que terminaron viniendo todos mis amigos. Ya un mes después su padre, Enrique, entra en un estado delicado de salud y lo tienen que operar, Sergio vivía con él. Así que lo llevo a acompañar al padre a una operación con poca expectativa de vida. Ese día volvimos a la casa y yo empecé a sentir que esa situación de Sergio ya sin su padre en la casa, con su muestra cumplida y con su película terminada significaban algo, significaban como la conclusión de un plan que él había tejido para dar su último gran golpe, su último gran plan maestro y así fue.

A la semana de que Enrique se opera Sergio ya tenía muchos problemas de salud, muchos. Pudo haberse ido bastante antes si Dios lo hubiese querido porque con las enfermedades que tenía y por el abuso que él le daba a su cuerpo, la realidad es que ya era un milagro que estuviera vivo, fueron siete años de sobreviviencia a un EPOC agudo en los que no solamente no se trató, sino que no dejó de fumar y te diría que probablemente fumó más que nunca. Entonces uno por otro lado dice, se pudo haber ido antes y esto pudo no haber sucedido, la película, el viaje, La Guillotina, el viaje a Río, la muestra y ahí es donde yo siento que todo estaba escrito por él de alguna manera, que lo tenía pensado.

Fuente: @copacabanapapers

NC — ¿Qué te dejó la experiencia de grabar tu primera película?

— Aprendí muchísimo, confirmé muchísimas cosas que yo había decidido en mi vida o caminos que había optado, Sergio me confirmó que no estaba equivocado, le dio sentido. Me ayudó también a tener que volver a reinventarme, creo que con la película lo he logrado bastante. Yo había hecho muchos contenidos para networks importantes, canales de televisión, pero nunca había tenido el coraje de decir “esta va a ser mi película”. He hecho documentales muy buenos sobre Cerati, Charly García, Soda Stereo, pero no es lo mismo cuando estás produciendo algo para una señal como Viacom o MTV a que cuando vos tenés la libertad y la responsabilidad de decir “esta es mi película” y que nadie te diga ni qué contar, ni cómo hacerlo. En ese sentido tomé el riesgo porque no es fácil hacer una película sin dinero, se hizo por un montón de gente que colaboró en diferentes instancias y que nos apoyó.

Vos pensá que era yo con dos cámaras en mano, no había ni micrófono, está todo grabado con audio ambiente, no había asistente, no había iluminador, sonidista, solo habían dos personas que, uno no se quedaba quieto nunca y el otro no paraba de hablar. Además Sergio no me repetía, si había pasado algo que a mí me gustaba y le pedía que lo repitiera, no lo repetía.

Con Cristian nos conocemos hace 20 años y siempre me pareció un ser absolutamente espectacular y creo que se luce en la película, llega en hora buena, llega porque se lo merece, porque ha sido la contra figura de Sergio por años, han sido coautores y socios para el escándalo, para la creación, para la diversión, la película no sería la misma sin él.

Fernando Portabales

Yo estoy agradecido de que estos dos artistas me hayan dejado hacer lo que quisiera, realmente ninguno de los dos me marcó ni me pidió ningún tipo de condicionamiento. Fue tanto el entendimiento y la confianza que ganamos entre nosotros y la sensación de que los tres estábamos vibrando en lo mismo, que la vieron terminada, no me vinieron a pedir nada, y mira que hay escenas, tomas o líneas de texto que les pueden dar un poco de pudor. Solo dijeron “yo confío en vos” y creo que en ese sentido les cumplí también. Se dieron cuenta que estábamos hablado el mismo idioma. No hizo falta negociar nada y éramos tres egos, era como juntar a China, Rusia y EEUU y que nos pusiéramos de acuerdo, “de acuerda”.

Hay un audio en la película, que no se si quedó o no, donde Sergio cuenta una noche donde supuestamente Madonna iba a ir a uno de sus clubes y que empezaron a sonar todos los teléfonos. En 10 minutos estaban todas las monstruas, todo el under de Buenos Aires en el club de Sergio con la purpurina lista porque iba a pasar Madonna. Al final Madonna pasó con la limusina y nunca bajó. Sergio, de esta situación que parece media triste, me dijo algo muy interesante, me dijo “más allá de que Madonna nunca entró, yo ese día me di cuenta de que podía ser top y de lo que era ser top”.

Hay que terminar con las nomenclaturas, dejar de prestar atención a lo que hace el otro. Hay que vivir la vida y soñar fuerte, ir atrás de lo que uno imagina para uno mismo. Yo tengo déficit de atención, me cuestan horrores las películas largas, por lo general veo una película que dura más de 90 minutos y me voy, y mira, terminé haciendo una película de dos horas.

Fuente: Fernando Portabales
Trailer

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