Los vínculos tóxicos pueden surgir en cualquier ámbito de la vida: en relaciones de pareja, intrafamiliares, pueden ocurrir en el trabajo, escuela o círculos sociales.
En la compleja trama de relaciones interpersonales que teje nuestra vida cotidiana, a veces nos encontramos inmersos en situaciones que afectan nuestra salud mental, por eso es esencial estar atentos a las dinámicas interpersonales que establecemos en distintos entornos e identificar aquello que podría estar haciéndonos mal.
Para Sigmund Freud, la salud mental era la capacidad de amar y trabajar con placer. El Ministerio de Salud Argentino, la define como: el bienestar emocional, psíquico y social que permite llevar adelante los desafíos de la propia vida y la comunidad en que vivimos y la OMS además, declara que la salud mental es un derecho humano universal.
Sin embargo, en los vínculos tóxicos el denominador común es el conflicto, la sensación de malestar o insatisfacción y el estado de tensión constante, llevando a quienes lo padecen a seleccionar minuciosamente sus palabras y, o evitar acciones por temor a disgustar al otro.
En este artículo, entrevistamos a la Lic. en Psicología Paola Biurrún para profundizar en el tema y conocer más acerca de los vínculos tóxicos y sus características. La Lic. Biurrún se dedica actualmente a la psicología clínica y la docencia. Además de Psicóloga, es también Lic. en Relaciones del trabajo y Coach ontológico.
¿Qué es un vínculo tóxico?
Un vínculo tóxico es algo muy amplio, pero podemos empezar por decir que implica un montón de características que comienzan a limitar la libertad, la personalidad y la expresión de la otra persona.
Puede incluir desde controlar con quienes salís, qué ropa te pones, lo que tenes que hacer o no hacer, cómo tenes que hablar y miles de actitudes más.
Es importante hacer una diferenciación, no es que nadie nos pueda decir que tenemos que modificar ciertas conductas y que tengamos la capacidad de reflexionar sobre eso; lo tóxico tiene que ver con no poder expresar de ninguna forma lo que somos.
¿Cómo podemos identificarlos?
A veces es más fácil identificarlos desde afuera. Porque nos damos cuenta de que aquel que conocíamos cambió un montón de conductas, que ya no es el mismo, que no está bien. Puede que se vuelva sumiso/a, o que deje de tener momentos a solas con amistades, de frecuentar su familia o incluso es posible que se recluya en su casa para evitar disgustar al otro.
Los vínculos tóxicos se expresan de mil formas e identificarlos desde adentro habitualmente es muy difícil.
La persona que está siendo tóxica, generalmente tiene características manipuladoras y en algún momento, quien esta del otro lado, empieza a sufrir.
Generalmente cuando acuden al consultorio, lo hacen porque se dan cuenta internamente que algo no está bien, se sienten angustiados.
Aun así, esta situación puede extenderse en el tiempo por múltiples razones. A veces se pone el foco en “Me quiere y yo lo/la quiero”, o quienes lo padecen comienzan a tener cierta tendencia a justificar comportamientos tóxicos “Me gritó/me trató mal o me habló así porque tuvo un mal día… o porque yo estuve mal cuando dije o hice tal cosa”.
Si la persona o si la víctima no quiere ver el vínculo tóxico al que está sometida, porque hay otras cuestiones que le son fundamentales, también como terapeuta es muy difícil poder hacérselo notar.
En muchas ocasiones resulta más fácil sostener ese malestar al que estan acostumbrados que tomar una decisión que cambie rotundamente su vida.
En algunos casos es muy difícil identificar vínculos tóxicos cómo amigos, como familiar e inclusive como terapeuta. En otros no, la persona se da cuenta que la está pasando mal y reacciona.
Hay todo un proceso de identificación de cuáles son las conductas tóxicas. Hoy en día, un video en las redes sociales con el que te sentís identificado/a puede ser un disparador para averiguar más, buscar información y consultar un terapeuta.
¿Lo tóxico siempre está relacionado con personalidades narcisistas o con algún tipo de psicopatía?
No. Alguien sano podría transformarse en, o tener por momentos comportamientos tóxicos o quizás un poco obsesivos. Cuando alguien se siente muy enamorado podría empezar a tener conductas que no tuvo en su vida, como mirar el celular a cada rato para ver si la otra persona está en línea y no le escribe.
Ya sea por inseguridad o por alguna situación en particular pueden empezar a surgirle ideas más obsesivas y quizás esa persona nunca antes había sido tóxica, pero pasa más por una obsesión que tiene la persona. “Le escribí y no me responde. No me quiere o estará con otro/a”.
Tambien puede ser que no tenga que ver con desconfianza “Le mandé un mensaje hace horas y no me respondió, le debe haber pasado algo, capaz tuvo un accidente”.
Esto se vuelve un poco tóxico porque se termina invadiendo al otro, pero es más porque quizás se trata de una personalidad obsesiva.
A veces, aunque no tengamos una personalidad narcisista o psicópata o alguna otra patología, podemos transformarnos en alguien tóxico.
Y ahí entra un poco en juego la salud mental de cada uno y la terapia para darse cuenta de que eso está mal. Quizás uno mismo lo perciba y diga “Estoy siendo controlador/a por demás” o bien, podes seguir con ese comportamiento sin darte cuenta.
Pero, si estamos emocionalmente estables y una amiga nos dice “estás muy demandante” uno puede reflexionar y poner un freno.
¿Es posible que una pareja que mantuvo un vínculo emocionalmente sano durante cierto tiempo, eventualmente por atravesar una crisis o avatares de la vida migre hacia un vínculo toxico?
Si. Puede ocurrir por propias inseguridades o tambien puede pasar que la persona con la que nos relacionamos tenga comportamientos que, de alguna manera nos acerquen a ponernos en un lugar tóxico.
Hay situaciones que despiertan actitudes de alerta, como por ejemplo: si tu pareja siempre dejaba el celular sobre la mesa y ya no lo deja más, o se encierra en el baño más tiempo del habitual, podría pasar que quizás nunca revistaste su celular y de repente te sorprendas a vos mismo haciéndolo.
Cuando se empiezan a percibir conductas diferentes a las que estamos acostumbrados, tenemos tambien la probabilidad de, aunque nunca hayamos sido tóxicos, comenzar a tener actitudes de ese tipo.
¿Aunque los vínculos tóxicos no siempre involucren violencia física, siempre implican un grado de violencia emocional?
Violencia emocional, violencia económica, familiar, psicológica, cualquier tipo de violencia.
Si estamos frente a algún tipo de violencia, seguro estamos dentro de un vínculo tóxico.
¿Para que haya una vínculo toxico tiene que haber necesariamente participación de las dos partes? ¿O es más común que haya una personalidad toxica y una -podríamos decir- intoxicada?
Siempre. La mayoría de las veces, si bien hay un victimario y una víctima, la víctima también tiene, aunque sea una pequeña partecita tóxica; ya sea por miedos, inseguridades, por cómo fue su infancia o cómo es su personalidad. Entonces, tambien la víctima, aunque sin proponérselo, es quien deja el lugar para que la persona tóxica invada todo su territorio.
Hay personas que por ejemplo, salen de un vínculo tóxico dónde hubo violencia física. Les costó un montón salir, pero pudieron y entonces, entran a otro vínculo tóxico pero distinto, con otro tipo de violencia. Quizás dejan de ver a su familia o amigos porque a su pareja no les gusta y dicen “Bueno, pero no me pega” o “A veces cuando se enoja me grita un poco pero es así… además siempre es muy cariñosa/o y me trata barbaro”. Siguen estando en un vínculo toxico, pero el anterior fue tan duro que lo minimizan.
¿Hay personalidades más vulnerables que otras a caer en vínculos dañinos o relaciones tóxicas?
Puede que tenga que ver con la vulnerabilidad de ciertas personalidades, con la genética, pero tambien y en gran parte, con todo lo que se vivió durante la crianza, experiencias de infancia, adolescencia y juventud. Qué tipo de vínculo teníamos con nuestros padres, cuidadores o en el colegio. Si sufrí bullying y me dieron herramientas para poder afrontar eso o nunca nadie me ayudó.
¿Nadie está exento de caer en un vínculo tóxico?
Siempre existe la probabilidad de caer en un vínculo tóxico. Por mas sana que sea la persona, por más que nisiquiera sepa lo que es o que ya haya atravesado la experiencia de estar con alguien que reaccione de forma tóxica, (demandante por demás, limitante, etcétera) tiene la posibilidad de caer en un vínculo tóxico y creer que ciertas actitudes tambien pueden ser amor.
En las relaciones de hoy en día, el famoso “nos estamos conociendo” que a veces se eterniza o cuando hay uno que quiere más y termina por conformarse con lo que el otro quiere dar, o ser el plan B de alguien: ¿No son tambien algo tóxico?
Si yo no quiero eso para mi vida y estoy aceptando esa forma de vincularme porque es lo único que el otro puede ofrecerme, ese tambien es un vínculo tóxico.
Y se dan por esas y múltiples razones: porque me gusta su personalidad, porque lo/a quiero, porque tenemos buen sexo, porque pertenece a determinado estatus social y eso me gusta, porque me lleva de viaje, etc. Se mantienen vínculos tóxicos por un montón de razones.
¿Eso vuelve tóxica a la persona que elige sostener el vínculo “a pesar de…”?
A veces hay una persona tóxica y la otra no, alguien que realmente es víctima. Pero tambien se puede dar en una relación que ambos sean tóxicos, quizás no con las mismas formas o porcentajes de toxicidad, pero las dos personas lo son.
Por ejemplo, si yo acepto seguir con vos, pero sé que no estoy siendo fiel a lo que siento internamente que quiero, o por priorizar otro tipo de bienestar, estoy teniendo una actitud tóxica. Y si el otro sabe que yo quiero algo más, algo que no puede darme e igual se queda y me hace sufrir porque tambien obtiene algún tipo de ventaja, tambien está teniendo una actitud tóxica.
¿A una persona que podríamos denominar psicológicamente saludable, que consecuencias podría traerle sostener en el tiempo un vínculo tóxico?
Primero hay que tener en cuenta que a veces no se lo percibe tan fácilmente. Y esto se da independientemente de una cuestión de edad y de género, ocurre entre hombres y mujeres o entre personas del mismo sexo. Tambien que se puede dar a nivel laboral, familiar o social.
Lo tóxico pasa por tratar al otro como un objeto o posesión y no como a una persona libre de tomar sus propias decisiones.
Al estar bajo la demanda de un otro y hacer todo lo que el otro quiere, lo que se empieza a perder en este tipo de vínculos es el sentido o propósito que la persona le da a propia su vida.
Y por supuesto que hay personas que son mucho más propensas a este tipo de reflexiones que otras, pero aunque no lo piense tanto, el cuerpo de alguna forma lo manifiesta.
Muchísimas de las enfermedades que padecemos tienen origen en nuestra psiquis y en nuestra emocionalidad.
Escuchamos muchísimo en el consultorio: “Me pongo nervioso y tengo gastritis”, “Después de un pico de estrés me sale sarpullido”, “Tengo migraña”, o comienzan a tener ataques de pánico; son inagotables las consecuencias y muchas veces pueden llegar a derivar en enfermedades graves a nivel físico o enfermedades psicológicas/psiquiátricas, como caer en depresión.
¿Cómo podríamos ayudar a alguien que transita un tipo de relación afectiva dañina? Si es que no se da cuenta, o si se da cuenta pero no sabe cómo salir.
Como dijimos, es dificilísimo identificarlo desde adentro, y a veces tambien desde el afuera. Y aun identificándolo, cuando un amigo o familiar intenta hacerle ver a quien tiene un vínculo tóxico como lo percibe, suele encontrar resistencias.
No es una posición fácil porque como amigo uno tiene dos opciones: insistir y correr el riesgo de ser excluido o bien, permanecer cerca y estar alerta por si las cosas se ponen peor.
Tambien nos pasa como terapeutas que, por supuesto tratamos de inducir a la persona a que tome conciencia, pero si el paciente decide continuar en esa relación por el motivo que fuera, una de las posibilidades es que abandone el tratamiento.
Como familiar o amigo a veces resulta más sencillo si se trata de alguien que ya atravesó un vínculo tóxico, entonces puede hablarle desde su experiencia personal con algo similar. Porque sino, lo que suele suceder es que la otra persona se sienta atacada y cuando alguien se siente atacado, lo que hace es defenderse y evadir o excusar los comportamientos que estan siendo cuestionados, “Hizo tal cosa porque había tenido X problema/un mal día” o “Yo tambien estuve mal”.
Y es muy duro para el ego ver cómo uno dejó que pasaran ciertas cosas. Siempre está el ego tratando de manifestarse y diciendo “Sostené esto porque, esto es lo que armamos, este es el esquema que elegimos”. Y romper ese esquema, el ego herido, es dificil.
¿Qué es lo fundamental a tener en cuenta para establecer vínculos sanos?
El respeto. El respeto es la base y también es fundamental la comunicación. En relaciones afectivas por supuesto que el amor, el cariño y una de las características que considero fundamentales en los vínculos es la admiración.
Si yo te respeto pero no me gusta algo que estás haciendo, o me estás haciendo sentir incómodo/a, tengo que saber comunicarlo asertivamente.
Y si la otra persona no es tóxica te puede decir “Discúlpame, si no me lo decías, la verdad no me daba cuenta” y tener el propósito de modificarlo. Ahora si en vez de esto, el reclamo empieza con gritos y la otra persona te sigue la corriente, ahí ya estamos cayendo en lo tóxico.
Los vínculos saludables son aquellos en los que podemos sentirnos respetados y valorados, nos aportan claridad y no perturban nuestro bienestar. Los que pueden potenciar nuestras capacidades e impulsarnos a aspirar a más pero jamás impiden nuestro desarrollo, no limitan nuestra libertad de ser, pensar y actuar.