El Teatro San Martín en vísperas de la vuelta a salas dentro de la nueva normalidad presenta «Modos híbridos». Un ciclo que abarca a más de 200 artistas e incluye diez obras de teatro, cuatro shows de música en el hall, una obra de títeres y tres producciones nuevas del Ballet Contemporáneo. Todas propuestas audiovisuales que tendrán como soporte el formato streaming.
La obra de títeres Alicia en el teatro de las maravillas convoca al Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín y tiene como directora a Eva Halac, quien también dirige otro título del ciclo Esto no está pasando.
En esta versión de la obra de Lewis Carroll, las marionetas son protagonistas de la combinación entre recursos del cine y el teatro.
Entrevistamos a Eva para saber más del ciclo y cómo es estar a cargo de ensayos donde no faltan los barbijos y la desinfección luego de cada contacto..
NC: ¿Cómo fue tu acercamiento al programa Modos Híbridos y la elección de los títulos a exhibir?
–En el comienzo de la cuarentena Telerman me propuso hacer una obra con el elenco estable de titiriteros. Se iba a hacer con celulares y en las casas. Pensé una versión de “Alicia en el país de las maravillas” en ese contexto. Después, cuando al principio se abrió la posibilidad de poder ir al teatro, me pidieron trasladar la propuesta al escenario y filmar con el equipo de audiovisuales. Modifiqué el guión y ahí surgió “Alicia en el teatro de las maravillas”, donde las marionetas y un elenco de actores ( los mismos titiriteros en doble rol) conviven en forma simultánea. Fue en medio de los ensayos de zoom de Alicia donde apareció Modos Híbridos y el compromiso de realizar, al finalizar Alicia, un proyecto audiovisual con la obra de Sartre,” Las manos Sucias”, que estaba programada en la temporada 2020. Todo una reformulación de mi trabajo como curadora del Teatro Regio, que realizo desde hace algunos años. Este año iba a presentar a Francisco Lumerman con “El amo del Mundo” de Alfonsina Storni y a Felicitas Kamien con “Vassa Zheleznova” de Gorki. Ambos proyectos tienen su presencia en Modos Híbridos.
NC: ¿La obra tuvo estreno frenado o está enmarcada en la línea audiovisual de Modos Híbridos?
Alicia es parte de un proyecto inicial cuando no existía Modos Híbridos. “Esto no está pasando” es un guión inspirado en “Las manos sucias”, que iba a estrenarse en octubre 2020 . Ahora ambos proyectos quedaron en la programación de Modos Híbridos.
NC: El grupo de titiriteros tiene un despliegue vocal muy a flor de piel, ¿Cómo es la dirección y el manejo de intenciones con los frenos que puede significar el barbijo y la distancia entre actores?
– Ensayé con el grupo un trabajo actoral más dentro de mi estética, con un registro más natural. Siempre trabajé el teatro con muñecos con actores. No encuentro diferencias en ese sentido, y creo que las fronteras artísticas por ese lado no existen o no deberían existir. Es teatro, siempre. Más allá de eso, y por una cuestión sanitaria se trabajó con máscaras y/o barbijos. En algunos casos se grabarán aparte algunas voces que quedaron afectadas por esto, o por la presión del rodaje. Pensá que fue casi al mismo tiempo llegar al teatro, dar cuenta del espacio, y filmar. Con un plan muy apretado y que demandó el enorme esfuerzo de mucha gente, tanto del equipo de filmación, que se encontraban con dimensiones y espacios muy complejos ( la diferencia entre los actores y las marionetas, de 20 cm de altura) y viéndolos por primera vez en el instante de grabar, de los titiriteros que tuvieron un gran ejercicio de adaptación y doble rol, y de mis colaboradores cercanos , como Micaela Sleigh en la dirección de arte y Miguel Solowej en luces . (La música original, en esta ocasión es de Iván García Mendy) Demandó también una gran paciencia de todo el mundo para soportarme a mí haciendo de todo a la vez y como una loca, tomando decisiones contrarreloj en cuestiones diversas como actuaciones, espacio, y cámaras.
NC: ¿Los títeres son tratados con guantes, atraviesan algún proceso de desinfección?
–Todos los elementos fueron desinfectados varias veces por día.
NC: ¿Qué tiene esta versión, además del nombre, de distinto a la obra de Carrol?
– Alicia en el teatro de las maravillas es una versión del original, donde la historia se cuenta a partir de las imágenes de un director y su elenco en un primer encuentro, donde el director va contándoles la idea a los actores y en paralelo los elementos del escenario y su maquinaria se van transformando en el mundo de Alicia devenido en marionetas. Expone el cruce de las ideas que van atravesando al director y a sus actores con guión en la mano y el resultado de ese proceso de creación que se impone a su manera con las marionetas, más allá de las páginas iniciales. Todo el estilo del “nonsense” el “sin sentido” del original victoriano adquiere una dimensión simbólica muy contemporánea, con la cuarentena y en la Argentina. Esto se fue dando naturalmente, tanto en la estética, como en el vértigo de las imágenes y en el registro actoral. No se “habla” de la cuarentena ni del sin sentido, sino que se ve, se cuela en todo el proceso. De todas maneras, el original aporta sus analogías: el tiempo detenido de la vida del Sombrerero, la búsqueda de identidad de Alicia, la arbitrariedad de la Justicia.
NC: ¿Cómo surgió la idea de combinar títeres y elementos del cine?
–Los recursos del cine, los muñecos, hace tiempo que se incorporan a las artes escénicas. Yo siempre experimenté con esos cruces. Hice espectáculos multitudinarios adaptando obras clásicas al aire libre que eran como sets de filmación en vivo. En el territorio de las artes visuales lo tienen más asumido. Las fronteras de las disciplinas artísticas las inventan los ensayistas, pero no existen. Es como el teatro para niños, que para mí no existe. Lo que existe es un teatro que pueden ver los niños. Un teatro que comparten con adultos.
NC: Dentro del ciclo también tenés a cargo «Esto no está pasando«. A la hora de dirigir, ¿qué cambios surgen entre un actor en estado puro digamos y aquel que está atravesado por la marioneta?
-El actor en estado puro como lo llamás vos es un actor libre de prejuicios, libre de vicios y de clichés. Un actor que se conoce a sí mismo, observador y que sabe administrar sus recursos. Más allá de eso existe el aprendizaje de la técnica y el oficio de titiritero, que lleva tiempo. Implica continuar ese ejercicio de libertad, de generosidad con su talento, que lo lleva a poder concentrar su energía en aquello en que eligió como sujeto. Porque los títeres no son objetos. Una lapicera, un vaso, una pelota son objetos, pero en la acción dramática son sujetos.
NC: Si bien pareciera haber una vuelta a salas en un horizonte cercano, ¿sentís un quiebre con el auge del streaming y los protocolos?
-El teatro está en constante transformación. Se nutre del caos, el riesgo, la inestabilidad. Los temas acerca de las nuevas plataformas son un desafío estético, y la vuelta al teatro presencial los incorporará. Los protocolos y el streaming son un problema de producción, cómo adquirir equipos, incorporar tecnología, generar recursos, estabilidad económica. Desde la producción hay mucho para conversar. Desde la incorporación de nuevas legislaciones, asociar los espacios escénicos a los sets televisivos, o frecuencias radiales, el acceso a créditos. Muchos temas a resolver son anteriores a la pandemia.