“Cortázar era el escritor que yo hubiera querido ser y el cine era una manera maravillosa de plagiar a un escritor sin cometer delitos”, comentó Manuel Antín en el inicio de este film que incluye más que solo testimonios. «Cortázar & Antín: cartas iluminadas», el documental dirigido por Cinthia Rajschmir retrata una amistad que superó barreras trasatlánticas, un lazo creativo entre dos hombres que marcaron la historia de maneras diferentes.
No cabe duda de que Julio Cortázar fue un ícono de la literatura hispanoamericana, un transgresor e idealista para su época. Su biografía está disponible a un clic de distancia, una simple búsqueda en Google nos puede devolver miles y millones de resultados con información precisa y a veces no tanto, de este famoso escritor. Así y todo, creo que nada de eso puede transmitir la esencia de Cortázar como lo hizo este documental y el propio Antín.
Todo empezó con una carta. Era la década del 60 cuando Antín se comunicó con Cortázar con la idea de convertir uno de sus cuentos en un largometraje. “La cifra impar” fue una adaptación del cuento “Cartas a mamá”, el primero de 3 proyectos que harían del escritor y el cineasta grandes amigos. A partir de ese momento comenzó el intercambio de ideas entres estos dos hombres, a través de correspondencia mecanografiada y fonocartas. Este último ítem dio la posibilidad de darle vida al personaje de Cortázar durante el documental, el escritor aparece de forma omnipresente en el relato con su voz de tono francés y expresión argentina.
Dos años más tarde del lanzamiento de la primera película, Cortázar y Antín se aventuraron en la escritura del guion de “Circe” basada en “Aquel cuento homónimo”. El tercer proyecto fue “Intimidad de los parques”, la película más desafiante para Manuel, basada en “El ídolo de las Cícladas” y “Continuidad de los parques”.
Las palabras que cobran vida no son solo las del autor de Rayuela, sino también las del propio Antín y su familia, Ricardo Aronovich director de fotografía de las películas, Graciela Borges y Dora Baret, dos artistas consagradas que dieron sus primeros pasos en la industria de la mano de Antín.
El documental construye un relato entre testimonios, ilustraciones, cartas y secuencias en blanco y negro de las películas que unieron el camino de Antín y Cortázar. Aquella secuencia encastra perfectamente las piezas de esta historia logrando que los 66 minutos de película parezcan solo segundos.
Sobre el final del documental Antín se refiere de los recuerdos como “pequeños golpes de la memoria que se van sucediendo, paralizando el tiempo en cada momento”, los define como “hechos concretos, fotografías detenidas en la memoria de cada uno”.
Vivimos en una realidad donde las palabras cada vez valen menos, confiamos en que la tecnología no las va a perder, pero las pasamos tan rápido que a veces no nos damos cuenta ni de lo que significan. Estamos tan inmersos en la inmediatez tecnológica que nos olvidamos de parar a mirar lo que tenemos alrededor. Cartas iluminadas repite ese mensaje que escuchamos decir a nuestros abuelos: “todo tiempo pasado fue mejor”.
Este documental no es una biografía, no se extiende por la vida de ninguno de los dos protagonistas, sino que habla de dos creativos que supieron unir diferentes lenguas del arte en una sola. Tanto la voz de Cortázar como el testimonio de Antín resultan emocionantes, pero lo que realmente causa piel de gallina es entender todo lo que nació a través de un simple intercambio de cartas. Muchas veces uno no se da cuenta del poder que tienen las palabras, esta película viene a recordarnos eso.