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ENTREVISTA A AZU WAIS: «LA DANZA ES UN RUBRO DONDE SIEMPRE PASAN COSAS»

Azu Wais, es bailarina y coreógrafa y a sus 17 años, cumplió el sueño de dar clases en la Ciudad de Buenos Aires. Desde el estilo urbano y el contemporáneo, pudo atravesar la pantalla y conectar con cada uno de sus alumnos, transmitiendo una energía única con cada una de sus coreografías.

Sus primeros pasos en el mundo artístico fueron haciendo danza clásica cuando era chica en el Estudio Gabi Goldberg, luego probó con comedia musical hasta llegar a la acrobacia. Todo era un simple hobby que disfrutaba con las compañeras del colegio. Año tras año, el baile iba tomando más lugar e importancia en su vida, ya no era un simple hobby.

A medida que fue creciendo, «absorbió cositas» que la iban formando y definiendo en su manera de pensar y de bailar. Luego de haber pasado por varios estilos de danza durante años, entre ellos, el jazz; se decidió a trabajar la danza de manera más técnica y profesional. «Apenas terminé la secundaria, empecé con un programa de formación en El Club de Danza y, al mismo tiempo, el CBC de Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA)«, expresó.

Sin embargo, como las dos carreras demandaban mucho tiempo y energía a la vez, se le hacía muy difícil seguir estudiándolas al mismo tiempo. Además, Azu nos cuenta: «Necesitaba poner la energía en una sola carrera. Me animé y dije ‘vamos para adelante con la danza’. Haber tomado clases desde chiquita durante muchos años, me dio la confianza para animarme a tomar esa decisión».

Comenzó a trabajar dando clases a los 17 años y nunca paró. Actualmente, no sólo enseña danzas urbanas en varias escuelas como Gorriti Dance Center y Dance Buenos Aires; sino también, hace encuentros de improvisación con los alumnos para poder conectarse con uno mismo a través de la música y el baile.

NC — ¿Cómo son tus clases coreográficas en los estudios?

En mis clases siempre les pido a mis alumnos que no se piensen a ellos mismos, sino que, se imaginen que son un personaje y que ese personaje es el que está bailando ya que, hay muchas cosas que no solemos hacer por vergüenza o pudor. De hecho, los bailarines nos apodamos como intérpretes ya que la idea es interpretar algo, no serlo.

A raíz de esto, para mi la improvisación viene de los personajes que transmiten la canción y de cómo estoy yo. A veces está muy bueno comerse el personaje y uno se divierte y a veces, no tanto. Se trata de ir a lugares que uno ya vivió. Es decir, si tengo que bailar una coreo triste, se trata de una memoria corporal de ir a ese lugar para interpretar algo y que el que me está viendo, se sienta identificado con lo que me pasa.

NC — ¿Cómo te adaptaste a la modalidad de clases virtuales?

Muy rápido me adapté a las circunstancias y me fue muy bien, de hecho el 2020 fue el mejor año gracias a mis clases de improvisación. Fue algo que surgió desde lo mas oscuro y triste. Si bien lo disfruto muchísimo, termino muy dolorida, con poca voz, es muy desgastante. Igualmente, como profesor es una obligación adaptarse, teniendo en cuenta si contas con las herramientas psíquicas para hacerlo, porque hay gente que la pasó muy mal.

En conclusión, me sentí con la responsabilidad de cargar y transmitir ese bienestar propio al otro. 

NC — La mención que haces en cuanto a: “Improvisación surge desde lo más oscuro y triste”, ¿Viene por el lado de la pandemia o tiene que ver con algo más personal?

Me encantó la pregunta, creo que un poco de las dos. El primer año que comencé a trabajar intente dar clases de improvisación y me acuerdo que fueron 3 clases en las que no vino nadie y dije bueno, no es el momento. Y en la cuarentena sentí que el mundo estaba preparado para mis clases.

Entonces, las clases de impro nacen desde un lugar bastante oscuro dentro de mí, donde conecto con situaciones difíciles y personales que transite en mi adolescencia. Las clases de improvisación y otras actividades artísticas fueron el espacio donde yo podía ser tal cual era, nadie juzgaba y pensaba que estaba loca. 

NC — ¿Pasaste por alguna dificultad en este proceso de formarte como profesora de danza?

Siempre. Igualmente, creo que todos tenemos inseguridades con lo que nos pasa y lo que hacemos porque es un ambiente hiper expuesto, entonces es difícil no mirar para afuera. Una vez hablando con mi terapeuta me dijo: “el bailarín no tiene trabajo sin un público, entonces hacete la idea de que siempre estas bailando para un otro”. Eso es lo que más me cuesta a mí, de hecho, es algo que estoy trabajando mucho actualmente. Trato de mirar más para adentro, no estar comparándome ni pensaren qué opinará el otro de lo que yo haga. 

Por suerte no recibo críticas de la gente en las redes sociales. Son más que nada críticas mías, internas, que no existen. Además, siento de que si bien estoy en un nivel de exposición alto, no es tan masivo de que no pueda salir a la calle porque alguien me reconoce. Al contrario, es super tranquilo y me gustaría que se quede así. Por eso, mi consejo es mirar para adentro y saber disfrutarlo.

NC — ¿Con qué estilo de danza te sentís más identificada?

Mi esencia está mucho más puesta en lo contemporáneo. Cuando lo bailo, se me vienen a la cabeza muchos recuerdos de cuando era chiquita y conecto bastante conmigo misma. Si bien me ceba más lo urbano, me siento más identificada con lo contemporáneo.

Actualmente, estoy haciendo el segundo programa de formación en El Club de Danza. Lo súper recomiendo porque, tiene un abanico de múltiples focos: danza clásica, teatro, contemporáneo, danzas urbanas, yoga, interpretación musical. Y aparte, tomo clases con Pipi Echeverría y Mati Napp, que son los que me están puliendo.

NC — ¿Tenes algún referente de la danza?

Sinceramente no. Soy muy cambiante y apunto para muchos lados diferentes. Por un lado, soy muy hippie, espiritual y por el otro, hay un lado comercial, urbano, canchero, con flow. Son distintos espacios donde entro y salgo todo el tiempo. De hecho me cuesta un montón porque es difícil poner la energía en todo y no puedo habitar esos dos lugares todo el tiempo con la misma intensidad, me doy el espacio para hacerlo. 

El año pasado se desarrollaron bastante las clases de improvisación ya que, mucha gente se sumó ante la necesidad de conectar con uno mismo y eso estuvo buenísimo. Lo que hizo darme cuenta que, este lado que es hippie y espiritual tiene este espacio de improvisación para poder sacar mis miedos afuera y que la gente lo entienda y los consuma, a través del baile corporal.

NC — Y en cuanto al baile, ¿Qué cosas sentís que cambiaron desde la primera clase que diste a tus clases de ahora?

De la primer clase, me acuerdo que una amiga me habló para que la reemplace en el día. De casualidad, tenía una coreo armada porque me habían dado ganas de bailar y crear. Fue todo muy especial. Estaba súper nerviosa. Eran tres alumnas por suerte. Al terminar, les conté que había sido mi primer clase y no lo podían creer.

Creo que lo que cambia mucho es la conciencia corporal que se da con el paso de los años, el estudio, el entrenamiento. Hay un montón de información que todavía me falta pero a nivel corporal, ahora puedo alcanzar y hacer cosas que antes me costaba mucho más. Todo se debe gracias a la conciencia corporal y saber conectar conmigo misma.

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NC — ¿Cumpliste algún sueño? 

Cumplí el sueño de dar clases, es algo que quise siempre y me considero muy buena docente. Tengo la habilidad de transmitir desde las palabras, me encanta hablar como te habrás dado cuenta. Es una energía que tuve siempre presente y hasta hace poco la pude abarcar, ayudando y acompañando a la gente. 

Me gusta mucho dar clase a alguien que recién esta empezando y que le da vergüenza. Siento que eso falta en el rubro. Me gusta darle un poco de luz y protagonismo a aquellos que no se animan, que tuvieron malas experiencias y que les cuesta conectar un poco mas. Eso para mi es cumplir un sueño, completamente.

También, cumplí el sueño de trabajar y hacer shows para algunos artistas que tuvieron muy buenas experiencias. Trabajé con KHEA, con el equipo de MUEVA Records: Seven Keyne, Iacho, Khea, Cazzu. Por otro lado, trabajé con Dakilla.

También, formé parte de una campaña grande de 47 Street, otra con Madness Clothing, entre otras. Otro sueño que cumplí fue viajar por laburo, estuvo hermoso. Me quedan muchos más sueños que cumplir que siento que están por venir.

NC — ¿Con qué artista te gustaría trabajar?

Me gustaría trabajar para alguna artista femenina para sentir ese power, irme de gira y eso sería un re sueño. Siento que tendría que ser con alguien con quien me sienta muy identificada, muy especial, que no sé si está todavía.

NC — ¿Qué significa la danza para vos?

Para mi es mucha expresión, conexión, movimiento pero también, adrenalina. Hay muchos estímulos ya sea la música, las luces, el espejo, el amigo, qué ropa me pongo, el video. Es decir, es mucha adrenalina todo el tiempo y bueno, la danza viene a resolver todo el tiempo. 

Se relaciona con lo personal y emocional, donde capaz no tengo un buen dia y estoy cruzada, pero bueno tengo que exponerme y dar clase. Y con las redes sociales, suele pasar que los bailarines nos convertimos en influencers que no tiene ningún sentido pero, las redes ayudan a exponer nuestro trabajo y llegar a más público.

En lo particular, defino a los bailarines como guerreros porque se nos exige y nos exigimos a saber manejar redes sociales, grabar y editar videos, maquillarnos, peinarnos, tener contactos para locaciones, armar un show, contactarse con otros profesionales. Es un trabajo que requiere mucho tiempo donde a veces, lo último que hacemos es bailar. No es solo dar una clase y listo.

NC – ¿Es realmente muy difícil “vivir de la danza”?

Claramente podes, pero hay que romperse el lomo porque no es fácil. Una de las cosas que más hay que tener en cuenta es la cabeza. Es decir, rodearte de gente que te banque, que puedas hablar cuando estés completamente frustrado y, justamente es aprender a lidiar con eso. Yo creo que si logras hacer eso y tenes buena disciplina y tomas las oportunidades que se te presenta, te puede ir bien. Pero en mi caso, como mencioné anteriormente, me costó trabajar de la danza y a la vez cursar la carrera psicología, porque tenes que ponerle el triple de energía. Pero conozco gente que pudo, yo no. 

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