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AMIGOS REABREN EL BAR DE SU JUVENTUD: ENTREVISTA A UNO DE LOS DUEÑOS

Cinco amigos se reunieron para reabrir el histórico Bar Blanco en Pellegrini 402, en Rosario, donde asistían desde su juventud y que debido a la crisis generada por la pandemia tuvo que cerrar sus puertas meses atrás.

Las consecuencias de la crisis en la gastronomía argentina llegaron al clásico bar en el que Alejandro Romagnoli (51), Nicolás Ribone (49), Juan Ignacio Jaca (46), Juan Manuel Serralunga (49) y Ramiro García (49), pasaban sus noches de los jueves compartiendo ideas y debatiendo sobre arquitectura, entre otras cosas.

«La cuarentena dio el golpe definitivo. Recuerdo que en una reunión con mis compañeros de mesa, uno de ellos comenta: “Estuvimos hablando con Martín…Y si compramos El Blanco?”. No paso más de un día que todos coincidimos con un vamos para adelante”. comentó uno de los dueños.

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El tradicional Bar, como es conocido hoy, está a punto de cumplir 100 años y originariamente perteneció a los hermanos Blanco, que en 2008 con nuevos dueños eligió mudarse enfrente, inaugurando un nuevo local y manteniendo su nombre. Es por esto que podíamos encontrar la «Chopperia Blanco Hermanos» y el «Bar Blanco» compartiendo la esquina de las calles rosarinas, Pellegrini y Alem. Hoy el bar conserva al personal y mantiene la esencia de aquellos años.

Novedad cultural entrevistó a Juan Manuel Serralunga, uno de los protagonistas de la historia sobre cómo fue vivir esta experiencia en sus vidas.

NC- ¿Cómo empezó la idea inicial de comprar el bar?. ¿Recuerdan que estaban haciendo ese día?

JMS- De modo inesperado;  aventurarnos en la gastronomía jamás estuvo en nuestros planes y menos aún ser propietarios del bar que sostuvo nuestra amistad de parroquianos durante algo más de veinticinco años.

En su último período el bar daba muestras de un progresivo declive y en alguna conversación azarosa, el dueño dejo entrever la posibilidad de cerrarlo. La cuarentena dio el golpe definitivo. Recuerdo que una reunión con mis compañeros de mesa, uno de ellos comenta: “Estuvimos hablando con Martín…Y si compramos el Bar Blanco?”. La reacción unánime de los demás podría abreviarse con un: ¡¿que?! No paso más de un día que todos coincidimos con un vamos para adelante.

NC- ¿Cuál fue la sensación que tuvieron al abrir ese bar que tantos recuerdos les dio?

JMS- Cuando llave en mano pudimos contemplar por primera vez el espacio totalmente vacío, la impresión fue la de entrar por las bambalinas de un viejo teatro abandonado al polvo y la penumbra. No hubo demasiado lugar para la nostalgia, casi de inmediato comenzamos a imaginar las transformaciones edilicias y así lanzarnos al proyecto y a la obra. Si bien las reformas fueron importantes siempre estuvo presente la idea de preservar el espíritu del lugar y la atmósfera de los bares clásicos que tanto nos apasionan.  Pasada la cuarentena más estricta, el diez de diciembre del dos mil veinte, “El Tradicional” por fin levanto tímidamente sus persianas y el bar se vio desbordado por la gente.  Aquel teatro decaído cobro nueva vida, fortaleció y renovó nuestra amistad.

Fuente: Ignacio Serralunga

NC- ¿Cómo se les ocurrió la idea de mantener al mismo personal y como se lo tomaron los empleados?

JMS- Consideramos  que los mozos y demás empleados son en esencia parte de la historia legendaria del lugar, reconocidos por sus años en el oficio y queridos por los antiguos y nuevos clientes. Particularmente, los conocemos desde hace mucho tiempo, ellos han sido también amigos y testigos de nuestras noches de bohemia estudiantil.

NC- ¿Qué significa hoy para ustedes el Tradicional Bar?

JMS- Ante todo sigue siendo el  encuentro de los jueves a donde se suma el resto de los amigos que acompañaron el perseverante ritual de juntarnos en el bar. A un mismo tiempo nos sentimos muy reconfortados por perpetuar en la memoria de la ciudad, aquellos bares o cafetines que perdidos por las modas, poco a poco van dejando de existir.

NC- ¿Sienten que este nuevo camino como socios los une más como amigos?

JMS- Sin dudas, ante todo somos una pequeña sociedad de amigos, donde la confianza y el vínculo se antepone a la categoría de socios comerciales. Demás está decir, que nuestra tarea se concentra  en que el negocio funcione y prospere, pero también es cierto, que aquella fuerza inicial que nos empujo a este proyecto no estuvo impregnada  estrictamente de un sentido comercial sino más bien emocional.

NC- ¿La incertidumbre de la pandemia los detuvo en algún momento?

JMS- Por el contrario, fue la pandemia la que nos presento el desafío y decidimos afrontar los riesgos. Las dudas y temores estuvieron presentes pero sabíamos que quizás, no habría otra oportunidad de rescatar el bar.

NC- ¿Cuál es el mejor recuerdo que tienen de sus épocas de arquitectura en el Tradicional?

JMS- Casi una vida de recuerdos. Nuestras primeras reuniones comenzaron en el Blanco HNOS pero acompañando el movimiento, del por aquel entonces dueño del bar, nuestra convocatoria encontró lugar en el antiguo edificio que se encuentra en diagonal. Allí nos rencontramos con los mozos de siempre y con gran parte de aquel mobiliario que había dado reparo a nuestra amistad.

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